top of page

OGV Productions: la historia del videógrafo que cambió el video de los congresos de salsa (Oscar Valdez 2022)

Internacional

Ritmos Latinos

La historia de OGV Productions: del auge en los congresos de salsa al reencuentro que revela su visión sobre el futuro del baile y la creación.

Por Germán David Ortiz, Fundador TuBaile.com

En el mundo del baile latino, los reflectores suelen apuntar a los artistas del escenario. Pero detrás de los videos que inmortalizan esos momentos hay una mirada que también cuenta historias. Esa mirada pertenece a Oscar Valdez, creador de OGV Productions, un mexicano radicado en Canadá que transformó la manera en que se registran los congresos de salsa alrededor del mundo.


La entrevista que da origen a este artículo fue grabada en 2022, durante el Festival Punta al Pie (agradecimiento a Alex y Danny Salsita por permitirlo) , cuando su carrera estaba en pleno auge y su nombre se había convertido en sinónimo de calidad audiovisual en la escena latina. Hoy, tres años después, su testimonio sigue resonando por lo que revela sobre el talento, la presión, el ego y el equilibrio que todo creador necesita para sostenerse.


Escucha la entrevista completa aquí:


Los inicios: música, curiosidad y una cámara

Oscar creció en Mexicali, en una familia donde la música sonaba más que las palabras. A los ocho años comenzó a estudiar guitarra clásica y a los catorce ya hacía parte de una rondalla, interpretando boleros y música romántica de los años 50 y 60. Aquellas primeras presentaciones frente a grandes públicos le enseñaron algo que marcaría su estilo: el poder de conectar emocionalmente con la audiencia.

Paralelamente, descubrió su fascinación por las imágenes. En el colegio hacía pequeñas “películas” con PowerPoint, luego editaba en Movie Maker y más tarde en Sony Vegas. Todo cambió cuando su profesora de literatura le pidió un cortometraje como proyecto final. Lo que entregó superó las expectativas: un corto con guion, dirección y efectos. El director del colegio lo vio y le propuso pagarle la matrícula a cambio de realizar los comerciales institucionales. Así, antes de los 18, ya unía arte, narrativa y marketing sin saber que eso lo llevaría a los escenarios más importantes del mundo del baile.


Del K-pop al universo de la salsa

Su entrada al baile llegó por una coincidencia. Su pareja de entonces hacía cover dance de K-pop y le pidió grabar sus ensayos. Buscando locaciones, Oscar conoció a Martín González, de la academia Alma Latina, quien le ofreció usar los salones a cambio de producir un comercial. Fue la primera vez que presenció una clase de salsa y quedó intrigado por esa mezcla de energía y precisión.

El video gustó tanto que lo invitaron a documentar un proyecto tipo reality show dentro de la academia, donde grababa ocho y nueve horas diarias. Esa experiencia fue su escuela real. Durante tres años trabajó con las distintas sedes de Alma Latina entre Tijuana, Mexicali y San Diego, afinando su ojo y aprendiendo a traducir la musicalidad del baile en ritmo visual.


Un ascenso meteórico

Su primer congreso fue en Mexicali (Salsa Bachata Congress), y allí conoció a Alien Ramírez, quien lo conectó con GFranco y lo introdujo en el circuito internacional. En pocos meses, OGV ya grababa en Los Ángeles, Miami y finalmente en Europa. En Italia cumplió su sueño de trabajar con Tropical Gem y Fernando Sosa, íconos de la salsa mundial. A los 22 años, Oscar ya era uno de los videógrafos más solicitados de la industria.

Pero el vértigo del éxito también trajo desgaste. Entre viajes, entregas y proyectos simultáneos, comenzó a sentir el peso del agotamiento. “Era un niño con una empresa que no sabía manejar”, recuerda. La presión lo llevó al límite: problemas de salud, estrés y un encierro prolongado que lo obligó a mirar hacia adentro.


Caer para volver a crear

“Me encerré durante meses en un cuarto sin ventanas. Inventé mi propia prisión”, confiesa. Lo que parecía un punto final se convirtió en un punto de partida. El encierro, seguido por la pandemia, le permitió reordenar prioridades y reencontrarse con su propósito. En ese silencio nació OGV Management, un proyecto que combinó formación, acompañamiento y disciplina creativa para profesionales del video y la danza.

“Entendí que el dinero no lo es todo. Te da comodidad, pero no paz. Lo más importante es tener tiempo para uno mismo”, reflexiona. Con ese aprendizaje, OGV reconstruyó su empresa sobre bases más humanas y sólidas.


El símbolo 11:11 y un nuevo enfoque de vida

De esa etapa de introspección nació el concepto 11:11, nombre de su gira y emblema de su nueva filosofía. Más que una marca, representa equilibrio, intuición y propósito. En las camisetas de su equipo aparece grabado en la espalda como recordatorio de su transformación.

A partir de entonces, su trabajo se enfocó en proyectos más selectivos: congresos emblemáticos como Uruguay, Atlanta y Nueva York, y una visión más empresarial donde OGV Productions ya no dependía solo de él, sino de un equipo fortalecido. “Quiero seguir creando, pero sin perderme en el camino”, dice.


Un estilo que se convirtió en escuela

Los videos de OGV son reconocibles por su precisión musical, su narrativa emocional y sus movimientos de cámara orgánicos. Su formación como músico le permite editar “con el oído”, logrando que cada golpe, mirada y respiración del bailarín encaje con la música. A ello se suma la influencia de los creadores asiáticos y de referentes audiovisuales como Sam Kolder o Andrew James, quienes lo inspiraron a construir historias potentes en pocos segundos.

Su sello combina ritmo, sensibilidad y una intuición casi coreográfica para capturar lo invisible: la emoción.


Más allá del reconocimiento

Pese a haber trabajado con artistas de renombre y ser reconocido en todo el circuito, OGV no se considera una celebridad. “No me interesa la farándula. Me gusta grabar, editar y ver crecer a otros. Nunca lo he hecho por fama”, asegura. Esa autenticidad se refleja en su lema: Dream Big, Star Now - Sueña en grande y empieza ahora.

En su conversación de 2022, su voz sonaba serena, como la de quien había aprendido que el éxito no se mide por la cantidad de vuelos, sino por la paz con la que uno los aborda.


Lo que aprendimos de OGV

Su historia es un recordatorio de que la pasión sin pausa puede convertirse en agotamiento; que los mentores correctos son un tesoro; y que reinventarse también es una forma de avanzar. “Tengan tiempo para ustedes. El trabajo no lo es todo. El dinero no lo es todo. Hagan lo que les apasiona y no dejen que nadie les diga que no pueden hacerlo”, decía al cerrar aquella entrevista.


Tres años después, nos preparamos para reencontrarnos con OGV. Esta vez, ya no solo para hablar del pasado, sino para analizar los aprendizajes de sus viajes más recientes y escuchar su visión sobre hacia dónde va el mundo del baile y la creación de contenido en esta nueva etapa de la industria.

El próximo episodio de Espejos traerá esa conversación, para seguir demostrando que bailar —y contar historias— va contigo.

bottom of page